Dra. Lula Mena

Dermatóloga certificada en la Ciudad de México.

DERMATÓLOGA CERTIFICADA

Me da mucho gusto estar con ustedes, poderles compartir un poco de quién soy, les agradezco enormemente su tiempo al estarme leyendo.

Piel es Poesía

Yo nací en Aguascalientes en donde desde pequeña me caracterizaba por una gran curiosidad e interés por la naturaleza, era una niña sumamente inquieta que pasaba la mayoría de sus recreos en las copas de los árboles, mientras más alto mejor.

Estaba completamente convencida de poder volar sí lo deseaba con suficiente fuerza.

La lectura es una vía para entrar a otros mundos, alimentaba así mi curiosidad, uno de los libros que marcaron el curso de mis pensamientos y decisiones posteriores en la vida fue el de Alicia en el país de las maravillas, en dónde me dí cuenta que mi forma de percibir y aprender era visual.
Me fascinaban los libros con dibujitos, el texto por sí solo me parecía en ese entonces sumamente aburrido.

Ahí se definió mi interés por la observación y las formas, lo visual, por el arte y la belleza.

Quizás debido a la fusión de la curiosidad, las ganas de conocimiento de los fenómenos naturales y la observación surgió mi interés y asombro por la medicina y en ella por la
Dermatología; para mí resultaba la rama ideal, ya que es una ciencia completamente visual en esencia, para su estudio sólo debemos ver, realmente ver la piel y lo que traduce.

Los dermatólogos debemos leer la misma como sí se tratase de un lienzo.
Debe observarse cuidadosamente y pausadamente ya que siempre existe el riesgo de equivocarse.
La piel me asombra porque nunca miente, revela todo el daño, las cicatrices y marcas que han dejado la vida, el tiempo y las experiencias.

Una piel sana traduce belleza.

Todos los seres humanos tendemos a buscar la belleza y la buscamos en nuestra piel es quizás de las cosas que más deseamos.

La estética hoy en día es de las cuestiones que más importancia han cobrado y también es un hito que me fascina; mi manera de ver este mundo que puede llegar a caer en vicios demasiado fácilmente, es precisamente lo contrario, la belleza siempre es un equilibrio de la esencia interna y externa de las cosas, hay cosas que solo tendrán forma sin embargo la carencia del fondo siempre opacará los resultados.

Siempre busco ayudar a mis pacientes a encontrar esa belleza integral que anhelamos. Quizá sea un objetivo demasiado ambicioso, es también un propósito y búsqueda contínua en mí persona.

En cuanto a la dermatología estética, gracias a ello el acné tiene cura, las manchas en su mayoría, el maltrato por el tiempo en la piel, el desplazamiento de la cara hacia abajo que es la firma de la gravedad, las arrugas del mismo vivir. La dermatología per se es una ciencia quizás que se podría contemplar dentro de la estética misma.

Me gusta la estética porque es una forma de buscar la belleza, así como buscamos la juventud, buscamos permanecer. Evitar la decadencia del cuerpo.

Ya hay mucho conocimiento dirigido a evitar el envejecimiento y la decadencia.

Con los inyectables se consigue renovar, esculpir y de manera maravillosa regresar juventud y vida a los tejidos de la cara por ejemplo.

Cuando estoy realizando alguna armonización o embellecimiento facial y uso jeringas e inyectables me los imagino como sí fueran cinceles y siento la satisfacción de crear algo bello en la persona y me imagino que quizás así se sentían los grandes escultores griegos e italianos al dar por terminada su obra y mirar por entero la armonía de los rasgos, las proporciones del cuerpo humano, la cara y expresiones faciales, como lo hizo el mismo Miguel Angel que esculpió La Piedad (se encuentra en el Vaticano) en un marmol de un blanco casi perfecto.

En la actualidad cada vez con mayor frecuencia encuentro que soy en esencia esa niña inquieta que trepa árboles y busca belleza y busca poesía.

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